A partir del siglo XII en la segunda parte de la Edad Media, que se presenta la decadencia de la vida monástica, los ideales de este tipo de vida entraron en crisis y la actividad de la repetición de la palabra de Dios por medio de textos sagrados ya no fue una constante. Es en ese momento cuando la actividad de los monjes fue descuidada y las actividades de las bibliotecas monásticas fueron abandonadas.
Por estas mismas épocas, los especialistas han encontrado una reactivación comercial en todos los sectores Europeos, y la demanda de libros se ve activada en manos de artesanos que instalan quioscos en los que los escribas - amanuenses - ofrecen sus servicios.
Esto trae como consecuencia la notable producción y diversificación de temas tratados en manuales de todo tipo como: cocina, educación, botánica, medicina, astronomía, relatos de caballería y romances como la famosa Canción de Rolando.
Una de las prácticas más usuales era que el cliente visitaba los quioscos de escribas, encargando la obra de su interés y escogiendo el tipo de caligrafía e ilustración que más le satisfacía con la mediación del impresor librero directamente; de este modo, el cliente no tenía que pasar por todos lo quioscos, como era el procedimiento habitual de este inicial comercio del libro.
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